Queridos hermanos y hermanas, buenas tardes y bienvenidos.
También el agua sea bienvenida, porque la hizo el Señor. Aprecio tanto la respuesta que han dado a mi invitación que les hice en el mes de enero pasado para venir aquí en la plaza de San Pedro.
Gracias por esta entusiasta y calurosa respuesta. El año pasado en el estadio compartí con los presentes algunas reflexiones que me gustaría recordar hoy, porque siempre es importante recordar. La memoria. La identidad de movimiento carismático católico, de la cual nació la asociación Renovación en el Espíritu. Lo haré con las palabras del cardenal Leon joseph Suenens, gran protector de la Renovación carismática, así como lo describe en el segundo libro de sus memorias.
En primer lugar en este libro recuerda la extraordinaria figura de una mujer, que tanto hizo por el movimiento carismático. Era su colaboradora que tenía la confianza y afecto del papa Pablo VI. Me refiero a Veronica O'brien, que le pidió al cardenal que vaya a Estados Unidos para ver que es lo que estaba sucediendo, para ver con sus ojos lo que consideraba obra del Espíritu Santo.
Fue entonces que el cardenal Suenens conoció la renovación carismática que definió “un flujo de gracia”, y fue la persona clave para mantenerlo en la Iglesia.
El papa Pablo VI en la misa del lunes de Pentecostés de 1965 le agradeció con estas palabras: “En nombre del Señor le agradezco por haber llevado a la Renovación Carismática al corazón de la Iglesia”. No es una novedad de algunos años atrás. El movimiento carismático en la Iglesia tiene esta larga historia, y en la homilía de esa misma misa el cardenal dijo: “Pueda el movimiento carismático desaparecerse como tal y volverse en una gracia pentecostal para toda la Iglesia”. Para ser fiel a sus orígenes el río tiene que perderse en el océano, tiene que perderse en el océano.
Si el río se queda quieto se corrompe. Si la Renovación, esta corriente de gracia no termina en el océano de Dios, en el amor de Dios, trabaja para sí misma. Y esto no es de Jesucristo, esto es del maligno, del padre de la mentira.
La Renovación viene de Dios y va a Dios. El papa Pablo VI bendijo esto. El cardenal siguió indicando que el primer error que es necesario evitar es el de incluir a la Renovación carismática en la categoría de movimiento, porque no es un movimiento especial. Renovación no es un movimiento en el sentido sociológico común, no tiene fundadores, no es homogéneo e incluye a una gran variedad de realidades, es una corriente de gracia, un soplo renovado del Espíritu Santo a todos los miembros de la Iglesia, también para laicos, religiosos y obispos.
Es un desafío para todos nosotros. Uno no hace parte de la Renovación, mas bien la Renovación se vuelve parte de nosotros si recibimos la gracia que nos ofrece. El cardenal Suenens habla de la obra soberana del Espíritu que sin fundadores humanos suscitó esta corriente de gracia en 1967. Hombres y mujeres renovados que después de haber recibido la gracia del bautismo en el Espíritu, como fruto de esta gracia, han dado vida a asociaciones, comunidades de alianza, escuelas de formación, escuelas de evangelización, congregaciones religiosas, comunidades ecuménicas, comunidades para ayudar a los necesitados y los pobres.
Yo mismo he ido a la una comunidad coreana en mi viaje y también les visité en las Filipinas. Esta corriente de gracia tiene dos organismos internacionales reconocidos por la Santa Sede, que están a su servicio y al servicio de todas sus expresiones en el mundo, el ICRRS y la Fraternidad católica. Esta es un poco la historia, la raíz.
En el Estadio el año pasado, hablé de la unidad en la diversidad, he dado el ejemplo de la orquesta. En la Evangelii Gaudium, he hablado de la esfera y del poliedro. No basta hablar de unidad, no es una unidad cualquiera, no es una uniformidad. Dicho así se puede entender como la unidad de una esfera en donde todos los puntos son equidistantes del centro y no hay diferencias entre un punto y otro. El modelo es el poliedro que demuestra la confluencia de todas las partes que en este mantienen su originalidad. Estos son los carismas, en la unidad, pero en la propia diversidad. Unidad en la diversidad, la distinción es importante porque estamos hablando de la obra del Espíritu Santo, no de la nuestra. Unidad en la diversidad de expresión, de todas las realidades que el Espíritu Santo ha querido manifestar. También es necesario recordar que toda esta unidad es más que la parte y la parte no se puede atribuir ser el todo.
No se puede decir nosotros somos la corriente denominada Movimiento Carismático Católico, ustedes no. Esto no se puede decir, por favor hermanos esto no es así, no viene del Espíritu, porque el Espíritu Santo sopla donde quiere, cuando quiere, y como quiere. Unidad en la diversidad y en la verdad, que es el mismo Jesús.
¿Cuál es el signo común de quienes han renacido de esta corriente de gracia?, convertirse en hombres y mujeres nuevos, este es el bautismo en el Espíritu. Les pido que lean Juan 3, versículos 7,8 Jesús a Nicodemo.
Hay otro punto que es muy importante esclarecer en esta corriente de gracia, los que guían. Existe hermanos y hermanas, una gran tentación para el líder. Lo repito, prefiero el término servidor, sirven, y esta tentación para los servidores viene del demonio. Es la tentación de creerse indispensables, cualquiera sea el cargo. El demonio los lleva a querer ser quienes mandan, quienes están en el centro. Y así, así, paso a paso, se resbalan en el autoritarismo, en el personalismo, y no dejan vivir a las comunidades renovadas en el Espíritu. Estas tentaciones hacen que sea la eterna en la que ellos se consideran insustituibles, posición que siempre tiene alguna forma de poder o de dominio sobre los otros. Tengamos ésto claro. Lo único insustituible es el Espíritu Santo y Jesús es el único Señor. Les pregunto, ¿Quién es el único insustituible en la Iglesia?, es el Espíritu Santo. ¿Y quién es el único Señor? (el público responde: Jesús). Digamos que Jesús es el Señor, fuerte... (el público: Jesús es el Señor) No hay otros. En este sentido se registraron casos tristes, hay que poner un tiempo limitado a los encargos, que en realidad son servicios. Un servicio importante de los líderes laicos es hacer crecer y madurar espiritualmente y pastoralmente a quienes tomarán su cargo al terminar su servicio. Todos los servicios en la Iglesia es conveniente que tengan un vencimiento. No hay líderes vitalicios en la Iglesia, esto sucede en algunos países donde existe la dictadura. “Aprendan de mi que soy manso y humilde de Corazón”, dice Jesús.
Esta tentación del diablo hace pasar de servidor a patrón, uno se apropia de esa comunidad, de ese grupo. Esa tentación hace resbalar hacia la vanidad. Hay tanta gente, lo hemos escuchado, estos dos testimonios, el del matrimonio, el de Hugo. Cuantas tentaciones llevan a hacer sufrir a una comunidad y limitan hacer el bien, y se vuelven una organización, como si fueran una ONG. El poder nos lleva, disculpen si lo digo, cuantos líderes se hinchan como pavos, y el poder lleva a la vanidad. Uno se siente capaz de hacer cualquier cosa, se puede resbalar en los negocios, porque el diablo siempre entra por las billeteras, esta es la puerta de entrada.
Otra cosa son los fundadores que han recibido del Espíritu Santo el carisma de fundación. Ellos por haberlo recibido tienen la obligación de cuidarlo, de hacerlo madurar, en sus comunidades, asociaciones. Los fundadores son por la vida, o sea quienes inspiran y dan la inspiración, pero dejan que las cosas vayan adelante. Conocí en Buenos Aires a un buen fundador, que a un cierto punto se volvió espontáneamente el asesor, y dejaba que los líderes fueran los otros. Esta corriente de gracia nos lleva hacia adelante, en un camino de Iglesia que en Italia ha dado mucho fruto. Les animo a ir hacia adelante, y pido vuestra importante contribución, en particular para compartir con todos en la Iglesia el bautismo que han recibido.
Si han vivido esta experiencia, compártanla en la Iglesia y este es el servicio más importante que se pueda dar a todos en la Iglesia. Ayudar al pueblo de Dios al encuentro personal con Jesucristo, que nos cambia en hombres y mujeres nuevos. En pequeños grupos humildes pero eficaces, porque es el Espíritu el que opera. No apuntar tanto a las grandes concentraciones que terminan allí, sino a las relaciones artesanales que derivan del testimonio cotidiano en la familia, en el trabajo, en la vida social, en la parroquia, con los grupos de oración, con todos, con todos.
Y aquí les pido que tomen la iniciativa para crear lazos de amistad y de confianza con los obispos, quienes tienen la responsabilidad pastoral de guiar al cuerpo de Cristo, incluido a la Renovación carismática. Comiencen a tomar las iniciativas necesarias para que todas las realidades carismáticas italianas nacidas de la corriente de gracia puedan vincularse con estas relaciones de confianza y de cooperación directamente con los obispos allí donde se encuentran.
Hay otro signo fuerte del Espíritu en la Renovación carismática: la búsqueda de la unidad del cuerpo de Cristo. Porque los carismáticos tienen una gracia especial para rezar y trabajar en favor de la unidad de los cristianos. Porque la corriente de gracia cruza a todas las Iglesias cristianas. La unidad de los cristianos es obra del Espíritu Santo, y tenemos que rezar juntos. El ecumenismo espiritual, el ecumenismo de la oración.
Pero padre, ¿yo puedo rezar con un evangélico, con un ortodoxo, con un luterano? ¡Debes, debes!, porque han recibido el mismo bautismo. Todos nosotros hemos recibido el mismo bautismo. Todos nosotros hemos recibido al mismo bautismo. Todos nosotros vamos en el camino de Jesús. Todos nosotros queremos a Jesús. Nosotros hemos hecho estas divisiones en la historia. Por tantos motivos, pero no buenos, pero ahora es el tiempo en el que el Espíritu nos hace pensar que estas divisiones no van, que estas divisiones son un anti-testimono, para ir juntos.
El ecumenismo espiritual, el ecumenismo de la oración, el ecumenismo del trabajo, de la caridad juntos, de la lectura de la Biblia juntos. Ir juntos hacia la unidad.
¿Pero padre, para esto tenemos que firmar un documento? ¡Déjate ir adelante con el Espíritu Santo!, reza, trabaja, ama, comparte y después el Espíritu hará el resto. Esta corriente de gracia cruza a todas las confesiones cristianas, a todas las que creen en Cristo. Unidad antes de todo en la oración. El trabajo por la unidad de los cristianos comienza con la oración. Rezar juntos. Unidad porque la sangre de los mártires de hoy nos hace uno.
Está el ecumenismo de la sangre. Sabemos que aquellos que odian a Jesucristo, cuando asesinan a un cristiano no le preguntan ¿Tú eres luterano, ortodoxo, evangélico, bautista, metodista? ¡Tú eres cristiano! Y le cortan la cabeza. Estos no confunden, saben que hay una raíz allí, que nos da la vida a todos y que es Jesucristo, y que está el Espíritu Santo que nos lleva a la unidad.
Quienes odian a Jesucristo, guiados por el maligno no se equivocan, saben. Por ello asesinan sin hacer preguntas. Y esto es algo que les confío. Quizás les conté esto, es una historia verdadera. En una ciudad de Alemania, en Hamburgo, había un párroco que estudiaba los documentos para llevar hacia adelante la causa de beatificación de un sacerdote asesinado, guillotinado por el nazismo, por haber hecho catecismo a los niños.
Y mientras estudiaba descubrió que después de él fue guillotinado, cinco minutos después, un pastor luterano por el mismo motivo, y la sangre de los dos se mezcló. Ambos fueron mártires, es el ecumenismo de la sangre. Si el enemigo nos une en la muerte, ¿quienes somos nosotros para dividirnos en la vida? Dejemos entrar al Espíritu para ir adelante todos juntos.
Pero hay diferencias. Dejémoslas de lado y caminemos con lo que tenemos en común, que es mucho, la Santísima Trinidad y el Bautismo, y vamos adelante con la fuerza del Espíritu Santo.
Pocos meses atrás, esos 23 egipcios coptos que fueron degollados en una playa de Libia, en ese momento decían el nombre de Jesús. Estos...
-pero no, no son católicos.
-Son cristianos, son hermanos, son nuestros mártires. Es el ecumenismo de la sangre. Hace cincuenta años el beato Pablo VI en la canonización de los jóvenes de Uganda hizo referencia que por el mismo motivo habían derramado su sangre sus hermanos catequistas anglicanos, que eran cristianos, y eran mártires. Disculpen y no se escandalicen, son nuestros mártires porque han dado la vida por Cristo, y esto es el ecumenismo de la sangre.
Rezar, la memoria de nuestros mártires comunes, unidad en el trabajo junto por los pobres y necesitados que necesitan también el bautismo en el Espíritu Santo, sería hermoso organizar seminarios de vida en el Espíritu junto a otras realidades carismáticas cristianas, con los hermanos y hermanas que viven por la calle. También ellos tienen el Espíritu por dentro que empuja para que alguien les abra la puerta desde fuera.
Terminó la lluvia, parece, terminó el calor. El Señor es bueno, nos dio primero el calor, después una buena ducha y está con nosotros. Dejemos que nos guíe el Espíritu Santo, esta corriente de gracia que busca siempre la unidad. Nadie es el patrón. Un solo Señor, ¿quién es? (el público: Jesús) Jesús es el Señor. Les recuerdo, que la renovación carismática es una gracia para toda la Iglesia. ¿De acuerdo? Si alguien no está de acuerdo que levante la mano. De acuerdo. La unidad en la diversidad del Espíritu, no cualquier unidad, la esfera y el poliedro, acuérdense bien de esto. La experiencia común del bautismo del Espíritu Santo es el vínculo fraterno y directo con el obispo diocesano, porque el todo es más que la parte. Después, unidad del cuerpo de Cristo, rezar junto con los otros cristianos, trabajar juntos con los otros cristianos por los pobres y necesitados, porque todos hemos tenido el mismo bautismo.
Organizar seminarios de vida en el Espíritu para los hermanos que viven por la calle y por los hermanos marginados por tantos sufrimientos de la vida. Me permito de recordar el testimonio de Hugo, el Señor lo ha llamado justamente porque el Espíritu Santo le hizo la alegría de seguir a Jesús. Organizar seminarios del Espíritu Santo para los que viven por la calle. Y después si el Señor nos da vida les espero a todos juntos en el ICCRS y en la Fraternidad católica que ya están organizando. A todos quienes quieran venir en el 2017. No es tan lejos. Aquí en la plaza de San Pedro para celebrar el jubileo de oro de esta corriente de gracia. Una oportunidad para la Iglesia como dijo el beato Pablo VI en la basílica de San Pedro en 1965. Nos reuniremos para dar gracias al Espíritu Santo por el don de esta corriente de gracia que es para la Iglesia y para el mundo. Y para celebrar las maravillas que el Espíritu Santo ha hecho durante estos 50 años cambiando la vida de millones de cristianos. Nuevamente gracias por haber respondido con alegría a mi invitación. Que Jesús les bendiga y la Virgen santa les proteja. Y no se olviden de rezar por mí, porque lo necesito. Gracias.
(Texto traducido y transcrito del audio por ZENIT)